viernes, 1 de mayo de 2015

RASURADAS O FELPUDAS

Por: JAIME LOZANO RIVERA*
"Algunos sicoanalistas creen que se trata de una forma de infantilizar a la pareja para sentir que copulan con niña prepuber"
La literatura médica define como Hirsutofilia  a la atracción por el vello púbico. Para el individuo parafílico es un elemento imprescindible para llegar al orgasmo. Esta preferencia resulta contraria al Acomoclitismo, excitación sexual producida por la observación de los genitales en los que se han depilado el vello cobertor. Algunos sicoanalistas creen que se trata de una forma de infantilizar a la pareja para sentir que copulan con niña prepuber. Sobre el tema no existe consenso. El zoólogo y etólogo británico Desmond Morris opina que el pelambre entre la ingle funciona como una “trampa de aromas” que deriva en  la diseminación de feromonas, sustancias químicas secretadas con el fin de provocar comportamientos específicos en otros individuos.
Son medios de transmisión de señales para atraerse o rechazarse sexualmente. Los vellos púbicos sirven como mantenedores o generadores de olores y fluidos que produce el cuerpo y que actúan como estimulantes del deseo sexual. Sobre el endocrino bouquet mediterráneo, es celebre la carta del Emperador corso Napoleón Bonaparte, después de una larga campaña militar, a su amada Josefina de Beauharnais, en la que le ruega: “No te laves desde hoy. Estaré contigo en una semana. Espero en poco tiempo cubrirte con un millón de besos debajo del Ecuador”.
A lo largo de la historia el mapa por el gusto a la adorable cortina capilar y por su depilación, ha sufrido alternancia. En el papiro de Eber (1500 a.C.), se documenta   que las antiguas mujeres egipcias se depilaban el monte venusiano con engrudos hechos con sangre de animales como tortugas, o grasa de hipopótamo o gusanos. No obstante, la diosa del cielo Nut, creadora del universo y los astros, es representada con un triángulo negro en la zona del empeine. En Roma, se realizaban tratamientos para erradicar el vello púbico mediante pinzas llamadas “volsellas”, cremas depiladoras como el “dropax” o ceras de resina y brea llamadas “philotrum”. En las esculturas griegas, las damas aparecen con el pubis sahariano como el de una muñeca Barbie. El cuerpo depilado era un ideal de belleza, juventud e inocencia.
En la edad media, se usaban tiras de tela impregnada de resina para remover los vellos que rodean la gloriosa catleya. Entre 1501 y 1504, Miguel Angel Buonarroti dibujó en la  Capilla Sixtina desnudos desprovistos de pilosidad, fisuras y pliegues en el geométrico espacio de las delectaciones. Entrado el siglo XVIII, el vello púbico femenino era abiertamente representado en las shungas, pinturas japonesas en las que se contempla la sexualidad en su real dimensión. Entre 1789 y 1800, el español Francisco de Goya  y Lucientes, en uno de sus más celebres cuadros, “La Maja Desnuda”, retrata a una mujer recostada plácidamente en un diván exhibiendo su incipiente “mons veneris”. La obra considerada, quizá la primera pintura europea que muestra el vello púbico femenino, fue calificada de pornográfica. La inquisición confiscó por obscena  a La  Maja e inició un juicio a Goya por el desparpajo pictórico.“L’Origen du Monde”, de Gustave Courbert (1866) suscitó un escándalo por representar los frondosos pendejos de una dama en un close up que el arte occidental por siglos le había negado. La cabeza de la modelo está por fuera de los límites de la composición. El francés Courbert nos deja ver en su cuadro vivamente realista y provocador los labios mayores y las rosadas ninfas extendiéndose por las planicies del oscuro objeto del deseo. La pintura armó una verdadera conmoción. Se afirma que el poeta del romanticismo Lord Byron guardaba recortes de vello púbico provenientes de sus conquistas en sobres, escribiendo en el mismo el nombre de la mujer a que había pertenecido. ¡Que  excéntrico el bardo!
En las sociedades islámicas, la depilación de la ensortijada gracia, es una práctica religiosa que se hace en nombre de Alá, clemente y misericordioso. Así lo ordena la Fítrad. Por su parte, el novelista neoyorquino Henry Miller en su obra “Trópico de Cáncer” puntualizó: “un coño afeitado es como una ostra: insípido y horrible”.
En 1953, Hugh Hefner lanzó el primer número de su revista Play Boy con Marilyn Monroe desnuda. En aquellas fotografías, el voluptuoso tesoro de la hermosa diva aparece depilado. Algunos aseguran que porque su fronda natural no era rubia.
El escritor estadounidense James Thurber en su novela erótica “La Vida Secreta de Walter Mitty” hace explicita mención a una fina mata de espeso vello púbico rojo de una escocesa. De igual modo, en “Las Memorias de Dolly Morton”, un clásico americano, se alude a los atributos de la señorita Dean: “Un espeso bosque de brillante cabello castaño oscuro”. El Director de cine holandés Paul Verhoeven, en una de las escenas del film “Black Book”, muestra a su protagonista Rachel Stein, una joven judía holandesa, infiltrada en la sede de la Gestapo, tiñéndose su pelo púbico para completar su disfraz corporal de alemana. Durante los últimos meses de la II Guerra Mundial, la chica cambia de color de su pubis para seducir por encargo de los holandeses, a un oficial alemán. El  cineasta Verhoeven, ya era conocido por la célebre cruzada de piernas, sin bragas, de Sharon Stone. Revelación velluda que permanece en la memoria colectiva como la cumbre de “Instinto Básico” (1992).
La periodista británica Emer O’tool afirma que ha decidido no rasurase la zona V ni las axilas para demostrar que es la sociedad la que fija unos cánones de belleza que llevan a una mujer a no poder elegir si quiere o no depilarse. “La depilación refleja la hipocresía de una sociedad que fabrica Lolitas al mismo tiempo que combate las relaciones entre los adultos y una menor, aun cuando consentida por las dos partes”. Emer se muestra orgullosa de su decisión. La actriz Julia Roberts también se ha manifestado en favor del vello en la entrepierna como algo natural que hay que aceptar. A las huestes defensoras del erótico matojo se suma otra estrella de Hollywood, Cameron Díaz quien en su obra “The Body Book” dedica todo un capítulo  “In praise of pubes” (Alabanza a los vellos púbicos) e insta a las mujeres a no depilarse y a mantener sus vaginas “completamente vestidas”. Una encuesta realizada en la Gran Bretaña develó que el 65% de los hombres prefería la presencia de vello púbico en su pareja; mientras que el 80% de las mujeres encuestadas declaró que consideraban su pórtico enmarañado como un arma sexual.
Los hirsutofilos estiman que la depilación del terciopelo de la adiposa almohadilla es una práctica censurable, pues atenta contra la estética y el erotismo. El triángulo equilátero sin su follaje pierde sex appeal. El vello púbico dota de algo de misterio a quien descubre su intimidad. Sirve para guardar el secreto de lo que tienes, eso que, precisamente puede despertar la curiosidad de tu pareja de descubrir algo más, que se acerque al florido  jardín que tienes que ofrecer, enfatizan.  Antaño, negros y rubios, crespos y lacios, acolchados y arremolinados matorrales, donde se urden combates coronados de gozo, eran exhibidos con orgullo. Era fuente de inspiración: “Selva de ninfas y amazonas/ brotan en su cálida espesura / floresta salvaje de cálidos aromas/ rosas y jazmines sin tasa ni mesura/ vellos de la sagrada abertura/ que vuelven loco hasta la locura/ quiero ser el custodio de tu morada…”.
El vello es bello. Es precisa una reivindicación del vello púbico en todas sus formas, olores, abundancias y texturas. Sin embargo, en los últimos tiempos  el panorama es distinto. En su gran mayoría las mujeres entraron en una campaña de deforestación, pues encuentran el follaje genital indecente, impúdico, incómodo y antihigiénico. El vello púbico es sinónimo de dejadez, concluyen los acomoclitistas. Cada día, centenares de hectáreas de la cima de excitantes sensaciones son taladas por millares de féminas que provistas de afiladas cuchillas, convierten el epicentro de la libido en zonas de despeje. El decorado pubiano ha sido reemplazado por tatuajes y piercings. Un reciente estudio realizado por investigadores de la Universidad de Indiana revela que el 70% de las jóvenes entre 18 y 24 años y el 60% de las que están entre  los 25 y 29 años, optan por el genicure (erradicación del vello púbico). Sólo un 10% de las encuestadas prefiere dejar formas sugerentes como un corazón, una estrella o un rectángulo vertical delineado a lo  ticket, corte siux o un glamuroso bigote de Chaplin.
Los avances de la tecnología han convertido la depilación en una práctica popular. El láser destruye el folículo piloso y torna definitiva la desnudez pueril. En Colombia no hay estadísticas sobre el particular, pero se presume que la tendencia es la misma. Rasuradas o felpudas. ¡That its the question! Para algunos, el tema es prosaico y anodino; para otros, trascendental y significativo. Empero, un grupo de varones pragmáticos y por demás muy conciliadores opina que, entratándose de una propiedad privada son ellas las que deciden, por tanto con vegetación selvática o desérticas dunas, lo fundamental es que las féminas sapiens abran sus puertas para que el enhiesto príapo pueda deslizarse entre los más tibios humedales del territorio sagrado del bajo vientre.
*Abogado Universidad Santiago de Cali